20.10.17

LEER HACE BIEN

"Mala letra está formado por 11 cuentazos. Empieza con “El cárabo”, una historia de aprendizaje de una chica que se pierde en un bosque para buscar a un niño. Casi todas las historias de Mesa pasan por eso del aprendizaje, de donde los protagonistas no terminarán como empezaron. Algo ven, algo viven que los cambia. A modo de una Flannery O´Connor sevillana, en Apenas unos milímetros se va a meter con el peor de los tabúes para la educación: la enseñanza de sexo a los adolescentes, en una escuela secundaria de provincia.
A la clase asiste un niño parapléjico, cuyo cuerpo está paralizado. Tan solo puede mover los párpados para contestar por sí o por no. Y le van a enseñar a colocarse correctamente un preservativo, junto a todos sus compañeros de clase. La profesora está en contra, porque ese joven jamás podrá ponerse un preservativo, ni tener sexo de ningún tipo en lo que le quede de vida. Usa su sentido común para argumentar su decisión: sería como hacerle desear algo que no va a tener. Pero el director, más progre que ella, sostiene que más cruel es excluirlo. Medio cuento se va en este diálogo sin desperdicio, entre la profesora y el director. En la otra mitad Mesa nos hace presenciar la clase, sin anestesia. Es un cuento de una gran crueldad, extraordinariamente escrito. La clase explota como una bomba. Las frases son largas, a lo Saer.
El cielo de los animales trae quince relatos. La recopilación es más despareja que en el libro de la española. Aquí hay cuentos de clima, largos y hasta bien largos, y cuentos cortísimos. Mesa es más uniforme en las densidades de sus tramas. Pero lo que tiene de asombroso el libro de Poissant es que no hay cuentos malos. Hasta en los Nueve cuentos hay uno plomo (adivinen cuál). Igual el que más me gustó, lejos, es el primero que aparece en El cielo…. Se titula “El Hombre Lagarto”, tiene un poco menos de treinta carillas, y está escrito con un estilo seco, muy descriptivo, bien americano. Una primera persona a lo Cheever, pero con mucha, muchísima acción.
Un tipo le debe un favor a otro y acepta, para pagarlo, acompañarlo en un viaje a buscar las cosas de su padre muerto. Cada uno tiene un hijo. El hijo del que maneja se quedará en la casa esperándolos (es pequeño, unos cinco o seis años). Del hijo del acompañante nos iremos enterando en el trayecto. Ha pasado algo malo en esa familia. El padre lo vio besándose con otro niño y le rompió el brazo para castigarlo por sus inclinaciones, lo que hizo que pasara un tiempo detenido por violencia familiar. Cuando salió, su amigo le consiguió ese trabajo que ahora es su deuda. El cuento habla de paternidades no correspondidas. La casa del padre que van a revisar, a vaciar, a ver, queda bastante lejos y perteneció a un señor que no hablaba con nadie; un viejo misterioso.
En la road movie se van a comer el traslado de un monstruo que encuentran en el jardín -un cocodrilo gigantesco, el lagarto del título- y van a tener que atravesar un huracán. Poissant maneja con mano exacta el suspenso, primero por lo que vayan a descubrir en lo del padre, segundo por la peligrosidad de las fauces del cocodrilo, tercero porque la tempestad no sólo los azotará a ellos, sino también al niño que dejaron solo en la casa de la que partieron. El cuento es un compendio de cumplimiento a las reglas hitchcockianas más violentas. La aventura no tiene una coma de desperdicio. Y no spoileo más, porque tienen que leerlo. Adrenalina pura."

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