22.2.12

EL DÍA QUE CONOCÍ A SPINETTA / ALMA DE DIAMANTE

A los veinte años hacía una revista de historietas que se llamaba Squonk, con un grupo de amigos. Habíamos hecho otras antes, que nunca pasaban del número uno. “El cerdo Pancho”, por ejemplo, porque uno de los socios se llamaba Pancho. Otros eran Gardel Machi, el Tano Taliano, Biko (que ahora se hace llamar David Paleo), Charli Masci, Cármen, Palimieri, Liliana, Hebe. Squonk empezó por el número cuatro para poder superar ese mito iniciático, y llegamos al cinco. En el camino nos agarró la primera hiperinflación radical de Alfonsín, y nos dejó de cama, como a todo el mundo. O peor, porque ser under es como ser pobre: te pega más. Digo: la revista era muy muy under. En la publicidad que repartíamos en los cócteles de otros había unos tipitos que decían ¿Squonk? ¿Qué es Squonk? Un proyecto editorial más INTERESANTE que la concha de la lora. Casi nadie nos prestaba atención. En uno de esos encuentros se me acercó un señor a preguntarme si habíamos tomado el nombre del pájaro de Borges, el que se deshace en lágrimas cada vez que lo cazan. Le dije que sí, que lo levantamos de El libro de los seres imaginarios, porque nos sentíamos un poco así. No era que la realidad nos matara todas las veces. En ocasiones éramos nosotros mismos, los que, por nuestra implícita fragilidad, moríamos ahogados en nuestras lágrimas. Le gustó y me invitó a hablar a su programa “El submarino amarillo”. Pero no vengan todos: vos solo, dijo. Era Tom Lupo. Sigue en Télam.