12.3.07

YO TAMBIÉN ROBÉ

Tiene razón el profesor Panesi cuando dice que todos los escritores roban. “Arrésteme, sargento, y póngame cadenas”. Fue durante la entrega del premio de literatura La Nación de este año. Allí cuando Tomás Eloy Martínez, desde una pantalla gigante, comentaba las bondades de Bolivia construcciones y decía algo así como que él ya vislumbraba esa novela en el mar riguroso de la literatura universal, me chafé el primer “tenemel” en el bolsillo del saco. Y después, cuando llegó el pulpo a la gallega y todos -incluyendo a Luis Chitarroni, que me estaba contando cómo lo había cautivado Bolivia construcciones, una novela que parecía hecha de sucesos aislados, inconexos y, de golpe, en cuarenta páginas hechas de la mejor literatura del mundo, subía al Parnaso de los grandes libros- digo, cuando todos se fueron hacia ese pulpo, me rapiñé el segundo “tenemel” en el otro bolsillo. Y salí de la fiesta sudando, angustiado por que Saavedra o Pauls me hubieran visto, esperando la denuncia atroz a mis espaldas… El artefacto es útil y bonito, de fina baquelita color ámbar; fue irresistible. Lo uso para cuando quiero morfarme unos fideos y tomar champán de dorapa en el 60.

A continuación, y con objeto de probar fehacientemente esta confesión, las fotos. La primera con la marca del Hotel en un primerísimo primer plano; la siguiente, los dos objetos currados sobre la mesa de mi casa; la última, el utensilio en plena acción: “Tenemel-Tinto”.




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