16.6.05

BIZZIO

Milanesaconpapas
La primera vez que lo vi a Sergio Bizzio le dije que me sabía un poema suyo de memoria, con el cual había conquistado algunas chicas. Él se rió. No lo podía creer. Tendríamos poco más de treinta años. Agregué que había logrado conquistar a una francesa, inclusive, en una quinta. La mina no sabía ni papa de español, por lo que nunca supe qué fue lo que le había gustado, ni qué logró entender. Sergio, intrigado, me pidió que se lo recitara tal cual lo hacía en esas ocasiones. Agregó: “nunca pude levantarme a ninguna mina con una boludez así”. Recité secamente:

No encuentro haber hecho nada
para ganarme un odio tan atroz.
Mi vida es tan corta
y eterno el infame círculo que corona este músculo,
esta ceniza.

Debieran ustedes amarme.

Siempre habrá sombra después de luz. Se inclina.
Vuestro Servidor...


Le comenté que después de Vuestro Servidor..., yo tenía la costumbre de decir mi nombre y apellido, como si el poema fuera mío. "Lo hago en voz un poco más baja, como en secreto". "No te importará". "Si la mina pregunta si es en serio que soy el autor, en seguida le aclaro que no, que sos vos". "Los puntos suspensivos en tu poema, al final, piden un nombre; ¡qué más pulenta que poner el propio!". "Se trata solamente de un golpe de efecto circunstancial, y con un objetivo noble: mojar la vaina". Él se quedó un rato pensando y luego dijo:
- Sos un grasa, hermano.

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